
En esta página daremos cabida a artículos de prensa
escritos sobre nosotros por terceros o artículos realizados por integrantes del Club con
inquietudes periodísticas o narrativas.
Inauguramos esta sección con un artículo escrito y remitido
por Arturo Borja, escritor y periodista, fundador y ex-director de la revista Motos de
Ayer.
Ni
mejores, ni peores, aunque no iguales
Una opinión
Reconozco
que no soy muy aficionado a pasearme por los foros de este gran medio de comunicación. No
obstante, soy consciente de la importancia que éstos tienen en la divulgación de la
afición que compartimos por las motocicletas de antaño. Lo que más admiro cuando recalo
en esas páginas, es la generosidad de los que participan en ellas; se comparten
ilusiones, conocimientos, buena voluntad, y camaradería; desde estas líneas, a todos
ellos, mi sincera admiración.
Hace
unos días, me acordé de los apasionados de las Bultaco Mercurio, de su vuelta a España
por relevos, de cómo gracias a aquella iniciativa, se recuperaron muchas motocicletas que
vegetaban en olvidados rincones siendo alimento del óxido, y cuyo destino, al final,
después de molestar en todos sitios, suele ser el más indigno para una motocicleta: la
chatarra. En su momento, me pareció una excelente idea reintegrar al asfalto aquellos
patitos feos de la família Bultaco, los que, eclipsados por otros modelos de la marca, en
el mejor de los casos, descansaban en el limbo del olvido. Como nostálgico admirador de
las mecánicas de aquellos años, intenté colaborar con aquella iniciativa en lo que
podía, que reconozco fue bien poco: simplemente desde mi puesto de trabajo en una
publicación del sector, di vía libre para que se incluyese en sus páginas aquella
actividad. Estaba convencido de que divulgando la ilusión de sus organizadores y
participantes, algunas de aquellas motocicletas rodarían de nuevo, saldrían del olvido,
que a través de ellas, se estrecharían vínculos entre aficionados, se crearían nuevas
amistades, y quien sabe si con su ejemplo, se fomentaría más el reconocimiento de
nuestras motos populares. Pasó el tiempo, y aquella iniciativa, tocada con la varita
mágica de la utopía, resultó un éxito: a través de ella, se consolidaron relaciones,
se ampliaron conocimientos y me atrevo afirmar, que se descubrieron para muchos las
populares Mercurio. Pero lo que personalmente, considero más importante: se reconoció
públicamente la importancia de la moto popular, y se perdió el temor a sacarlas a la
carretera como en sus buenos tiempos.
Llevado
por esos recuerdos, hace unos días, redescubrí la página de las Mercurio la
verdad es que no sé ni como se llama, la tengo en favoritos con el nombre de Ignacio- y
me entretuve un tiempo dotoreando por ella. Entre sus apartados, me pareció una idea
ejemplar el economato, la desinteresada divulgación de conocimientos acerca de la
mecánica, la colaboración para conseguir repuestos
pero no me importa repetirme:
lo que más admiré de esta página, es la generosidad de quienes la llevan adelante; en
ningún momento detecté intereses económicos, sólo afición a las motocicletas y
espíritu de camaradería.
Está
claro que la página es para mercurianos, como ellos gustan llamarse, pero sus contenidos
sirven para todos: al menos como ejemplo. He visitado otras páginas de clubes de marcas y
de verdad no me han llamado la atención como ésta. En ningún momento escribo estas
líneas como elogio, simplemente expreso mi opinión de motorista muy curtido, por la
carretera y las motos de hace cuarenta años.
No
quiero pensar que referirse a puro, purista, o no se que he leído, en esto que estoy
redescubriendo de los foros en Internet, se menosprecie a otras marcas, lo entiendo como
pincelada de humor entre camaradas, que a fin de cuentas, seguro que la mayoría tendrán
otras motocicletas en el garaje. Ese fenómeno de falso fanatismo, por desgracia, también
lo he observado en páginas de otras marcas. De verdad sólo puedo encontrar su origen si
alguien lo toma en serio, en la ignorancia del que desprecia lo que desconoce. Pero no es
ese el hilo de estas líneas.
Curiosamente
a lo largo de mi vida profesional, siempre he defendido que los clubes con futuro son los
clubes de marca, y actualmente sigo pensando lo mismo. Se ha escrito mucho acerca de la
rivalidad entre Montesa y Bultaco durante la década de los sesenta; como no, eso vendía
e interesaba a sus fabricantes. Bien, escribiendo con conocimiento de causa, simplemente
porqué viví intensamente esa época, esa rivalidad aparte de en las carreras, donde
también participaban otras marcas con máquinas muy similares, prácticamente no existió
más que en el imaginario popular. Veladamente se detectaba algo en la publicidad de esos
años, que por cierto se resumía a anuncios en revistas y periódicos, (las cuñas en la
radio se iban abandonando), y puede que entre algunos fanáticos, que de todo
encontraremos por estos caminos, pero en España no hubo ni mods ni rockers, ni ningún
movimiento similar. A esa rivalidad, cuarenta años después, con el
surgimiento del culto a las clásicas, se le dio pabilo, exagerando y contribuyendo a
hacer grande la pelota. En ello, participamos algunos de los que escribimos acerca de las
motocicletas de esa época. Muchos se basaron en lo que había contado fulanito que
corría en moto, (en aquellos días muchos corrían en moto, aunque sólo fuese la prueba
del litro), o lo que contaba el tío Juanito, que tuvo una Impala muchos años: aunque la
verdad es que siempre la gastó para ir y venir del trabajo, y en cuanto pudo se compró
un seiscientos, también hubo quienes, si escribieron acerca de ello, fue porqué otros ya
lo habían hecho. Pero por aquellos años sesenta, entre los que nos considerábamos
motoristas, no recuerdo que se despreciase a ninguna marca ni modelo, aunque los hubo
mejores y peores y de verdad motos que salieron malas de nacimiento, algo así como ocurre
con las personas. Pero era lo que había, y nos teníamos que conformar, a la vez que
aprendíamos de quien nos podíamos fiar en este mundillo. Comparaciones de motocicletas,
todos las hacíamos, incluso carrerillas, que aunque se ganasen, no demostraban que una
moto fuese mejor o peor que otra. Igualmente emitíamos sentencias acerca de nuestras
motos como si tuviésemos razón; aunque la mayoría de veces
lo que decíamos no nos lo creíamos ni nosotros.
Personalmente
puedo afirmar que al no ser puro, purista, o como quieran decirle, y sólo considerarme
motorista. Aunque siempre he tenido mis preferencias, por mi garaje han pasado
motocicletas de muy diversas marcas, modelos y cilindradas. Todas me han dado
satisfacciones, algunas, sólo disgustos, y otras iban tan bien, que me las he
quitado de encima por no tener personalidad. Curiosamente, nunca tuve una Bultaco entre
ellas, siempre hubo algo que hizo que no nos comunicásemos la motocicleta española más
universal y yo. No obstante, confieso que la motocicleta que me procuró las mayores
satisfacciones a mis veinte años, fue una Campera con la que recorrí durante todo un
verano maravillosos rincones del pirineo. También tengo muy gratos recuerdos de una
Mercurio, de la que no recuerdo el modelo pero sí la matrícula con la que descubrí esa
España profunda que aún existía a finales de los sesenta. Contacto con las Bultaco he
tenido muchos, un ejemplo: mi compañero de aventuras de allá por 1965-66, pilotaba una
flamante Metralla MKII y yo una Impala Sport. En muchas ocasiones cambiábamos nuestras
monturas, simplemente por descubrir diferencias, y si nos picábamos siempre
llegaba él antes, pero en honor a la verdad hay que decir, que también visitaba al
mecánico con más frecuencia que yo.
No
quiero aburrir al lector con personales batallitas, no conduce a nada. Simplemente si hice
mención a ellas, es con la idea de transmitir que lo que según pienso debe unirnos
realmente, es la pasión por la motocicleta, su disfrute, transportarnos en el tiempo con
estas maravillosas motocicletas nacionales que dejaron la impronta de su personalidad en
una época, de una forma tan fuerte, que sigue viva actualmente hasta para muchos que
nacieron después de que dejaran de fabricarse. Confiad en sus mecánicas, usadlas con
frecuencia, pensad que se hicieron para rodar y las habéis reconstruido para el mismo
fin, y estoy seguro, que sean de la marca que fueren, si fueron debidamente atendidas, nos
llevaran a todas partes siempre que aprendamos a comunicarnos con ellas. Los modelos de
batalla de esa época, nos darán todo para lo que fueron fabricados. No les pidamos más.
A.
Borja